Saliendo del Invierno, camino de La Primavera en
una mañana tranquila y radiante nos dirigimos hacia la Modorra. Era una de las
asignaturas pendientes que deseábamos alcanzar con todas nuestras fuerzas y que se estaba
quedando atrás sábado tras sábado.
Por el camino central acompañados por
el rumor del agua, los aromas inigualables que se desprendían al caminar entre
los brezos y otros matorrales silvestres, el canto mañanero de los pinzones y
abubillas y una temperatura de 3º, comenzamos a subir entre convencidos de
llegar a nuestro objetivo y dudosos de conseguir tamaño reto. Hemos caminado
por esta sierra muchas veces y siempre nos ha quedado pendiente
alcanzar esta cima que es la más alta de Monterreal o Hayedo de
Santiago. Altura sobre el nivel del mar 1647 m. cota estimada desde la
explanada donde empezamos la etapa. 700m de ascenso continuo, puro y
duro. Después de tres horas largas, lo conseguimos. Nuestro gozo y alegría eran
inenarrables. Hasta Monty parecía tener un semblante más feliz que otras
veces. Nos hicimos auto fotos (selfie) y también las hicimos del
paisaje tan impresionante que gozamos desde esta altura.
Montañas cubiertas de hayas, pinos, matorrales y
arbustos, valles con sus cultivos y árboles frutales, envueltos por una suave bruma
debido al choque del sol con la temperatura más bien fría, estaban a
nuestros pies. Los Cameros viejos, diferentes pueblecitos que emergen entre las colinas de diferentes
alturas y al fondo San Lorenzo (Ezcaray) cubierto de nieve.
Para senderistas expertos, este recorrido no será
tan duro y les costará menos tiempo pero para nosotros, novatos a pesar de
llevar mucho tiempo saliendo a caminar, la aventura ha sido extraordinaria y
maravillosa.
Practicamos el descenso por la otra cara de la
modorra, siendo tan difícil o más que la subida por la característica del
terreno, pues el firme que pisábamos estaba cubierto la mayor parte por rocas calizas puntiagudas y sueltas por lo que teníamos el riesgo añadido
de caer con más facilidad. Y damos fe de que, si damos con nuestras nalgas en
el suelo, la rabadilla se nos hace trizas y no la tenemos a estas edades
como para andar con bromas. Finalmente llegamos al Refugio Blanco donde
bañados con los rayos cálidos del sol tomamos nuestro frugal almuerzo para
continuar la bajada por el camino viejo del hayedo hasta alcanzar el punto de
partida. Algo más de 15 km., y cinco
horas empleamos en tamaña proeza.
¡Os la
recomiendo a todos los que os guste la naturaleza!